Como al borde de un abismo

Y allí me encontraba al borde de caer al vacío de nuevo. Al borde de la desesperación.
Y le quiero. Y me mata fallarle.

Tiene un porqué.

¿Nunca te ha pasado que parece que todo te va mal? Pero sin embargo llevaba una temporada genial. Por dos gilipolleces, ¿todo a la mierda? Eso parece.
En estos momentos, con los cascos puestos y escribiendo y pensando, me doy cuenta de tantas y tantas cosas de las que a veces no me doy cuenta...
Me doy cuenta de que le quiero y le necesito. Solo a él. Pero ahora mismo no está conmigo.
Me doy cuenta de que necesito ver a ese amigo o como quieras llamarlo que siempre ha estado y está ahí para ayudarme. Aunque no de señales de vida siempre vuelve.
Me doy cuenta de lo estúpida que he llegado a ser con muchas cosas insignificantes.
Y ojalá todo lo que se me puede estar pasando ahora mismo por la cabeza no se cumpla. Y siga siendo feliz a mi manera.

Pequeña e invencible.

A veces la vida te hace madurar con hechos. Solo te hace parar a pensar en las cosas, esas pequeñas cosas que pasan, que aparecen o desaparecen o que cambian. Con esas cosas, pequeñas e insignificantes cosas, empiezas a madurar poco a poco y a hacerte más fuerte frente a la gente. Tan sólo son pensamientos, rayadas y demás movidas mentales.
Pensar suele hacer mal, porque se tiende a recordar cosas del pasado que echas de menos. La gente hace que te sientas pequeña y a veces intentan hundirte pero tú nunca te cansas de luchar ni si quiera te planteas rendirte. Serás pequeña pero una pequeña invencible.
También hay momentos en los que te sientes sola, en esos se te quitan las ganas de seguir pero, sin saber porqué, no te rindes y sigues. Caes mil y una veces pero vuelves a levantar sin más.
Y todo sigue como un círculo vicioso...
Hasta que llega un punto que decides cambiar, al principio cambias para mal, te vuelves egoísta y empiezas a pensar sola y exclusivamente en ti. Te conviertes en una de esas personas que odias. Alguien te abre los ojos, te hace recapacitar y te das cuenta de que ese "cambio" sólo era un escudo para que no vieran como estabas en realidad.
Tras quitarte ese escudo te das cuenta que te has vuelto algo más desconfiada y a la vez más abierta y sincera con la gente. Te das cuenta de que vas madurando un poco más. A veces incluso antes que la gente de tu entorno. Todo el mundo piensa que no, que eres como ellos, pero tú no lo sientes así.
Pequeña invencible que seguirá levantándose, CUESTE LO QUE CUESTE.

Sueños rotos...

Sabes que nada va bien, todo va al revés. Sabes cual es tu sueño pero tienes miedo a que se rompa. Una ilusión que puede desvanecerse. Tan solo sabes que no puedes estar sin ello, que si te lo quitan para siempre, no podrás ser tú misma. Necesitas escuchar música y dejarte llevar, pero estás cohibida, sin fuerzas. El miedo te puede, el miedo a fracasar, a no llegar a nada con lo que realmente te gusta. Miras vídeos, escuchas música, pero nada...Sigues sin levantarte para darlo todo. ¿Y si eso ya no es lo mío? ¿y si en realidad no sirvo para eso? ¿Y si no es mi destino? ¿Por qué me lo pienso tanto y no me levanto y directamente demuestro que es lo que quiero y que lo conseguiré?
Menos de dos meses y ya echo de menos eso de subirse a un escenario, estar entre cajas, con los nervios de siempre, salir y darlo todo, todo lo que sabes. Tan solo una vez salí ahí sola, en un escenario grande y os lo juro que es lo mejor que me pudo pasar. Esa sensación de que estás sola. Luego abres los ojos y ves a la gente. Te das cuenta de que no estás sola, para nada, tienes a un montón de gente observándote, millones de ojos puestos en ti. Ahí es cuando te entran más ganas aún de hacerlo como te han enseñado. Y lo das todo ahí encima, te dejas el alma en darlo todo. Terminas y no hay nada mejor que ver a tu profesora, esa que es como tu segunda madre, venir hacia ti sonriendo y que te abrace y te diga que no se esperaba tanto y que está orgullosa. Salir de allí, volver con tus compañeras y familiares y que a pesar de no llevarte muy allá te feliciten. Esa satisfación es lo mejor que puede haber. Mi gran felicidad.
Por si nadie se ha dado cuenta hablo del baile. Ese "pequeño" mundo que tanto me encanta. Creo que todos los bailarines, o la gran mayoría, nos caracterizamos por una cosa, la pasión por este mundo. Nos da igual sufrir, sudar, llorar... Nos da igual TODO que seguiremos haciéndolo.

Por es mundo a parte.




Así de repente.


Y de repente todo comienza a torcerse. Todo lo que antes sentías empieza a desaparecer. Esas ganas que tenías de besarle, de caminar de su mano, de hablarle, de verle sonreír se van desvaneciendo poco a poco como las hojas de los árboles en invierno. Él ya no es el mismo y a ti se te quitan las ganas de tener contacto con esa persona a la que conocías pero que sin saber el porqué a cambiado demasiado. Dicen que la distancia hace el olvido y que las apariencias engañan. Yo digo que nunca se olvida algo que has llegado a amar y que lo que engañan son las palabras disfrazadas de verdades. Pequeñas verdades que se convierten y transforman en mentiras que un día creíste, que un día te dieron falsas esperanzas, te ilusionaron e hicieron que te enamoraras de una u otra manera. Caes en su "trampa", te enamora y luego te distancias poco a poco. Pero recuerdas la persona que era en verano y añoras todas esa llamadas, esas palabras, sonrisas y demás tonterías que ya no están, que ya han desaparecido. De repente hemos vuelto a ser desconocidos, es como si no nos conociéramos de nada. Sin embargo, le conozco más que antes. Ahora sé como es realmente. Cada día es como si le estuviera cogiendo asco, odio. Le sigo echando en falta, me cuesta no hablarle, fingir que no me pasa nada contigo, que todo está como antes, que nada de esto me afecta, que soy feliz distanciándome de ti. Todas estas cosas me afectan, y mucho.
Me despierto sin una sonrisa porque no son tus buenos días los que me despiertan, porque no son tus palabras las que me alegran los días. Mis días han llegado a girar en torno a ti, gran error por mi parte. me da mucho coraje tener que obligarme a no hablarte a sonreír sin tu presencia. Te necesito y te lo digo. Te dije cosas que no sabías y aún las ignoras. Todo eso que te he dicho que me hacía sentir mal. Algún día te faltaré de verdad. Justo cuando eso suceda no estaré y será ahí cuando te des cuenta de que me has perdido.

Esos momentos.

Te paras a pensar y te das cuenta de que tu autoesima baja en picado. Distintas personas intentan animarte. Solo una es capaz y esa es la única que no hace nada, o al menos es lo que parece. Mucho te quiero pero te equivocas de persona. Cada día me siento más pequeña, más indefensa y no me gusta. Sentir que cualquier cosa hace que te caigas, que te derrumbes. Noches en las que desearías morir, o simplemente desaparecer por un tiempo. Días en los que no te apetece ni salir a la calle. Llegada a este punto nada merece la pena, todo cae en picado, tus ánimos, tu orgullo, tu autoestima y tu sonrisa. Lo mismo que hacías antes ahora no te llena. El baile, ese gran mundo en el que te evades, ya no te sirve de nada. Hagas lo que hagas él está ahí, tanto para hacerte sonreír como para hacerte llorar. ¿Enamorada o obsesionada?

Lo sé.

Sé que esto no sirve de nada, que no lleva a ninguna parte, que por más que me desahogue aquí seguiré igual de mal, igual de hundida. Sé que no recibiré ningún consejo. ¿Y qué? Que no lo leerá ni Peter. Pero me da igual. Esto lo hice por y para mi. A veces me siento sola y necesito contarle mis cosas a alguien y como soy así de reservada lo escribo aquí.
Muchas veces pienso que la gente pasa de mi. Nadie se da cuenta de cómo estoy de verdad. Que estoy echa una mierda.
Quiero cambiar, ser de otra manera.